La última luz

Hay que caminar hasta la última luz y ahí doblar a la izquierda. Se pone completamente oscuro. En adelante sólo hay una sucesión de piedras y agujeros que hay que atravesar tanteando el suelo paso a paso. No sé cuándo, pero en algún momento vas a tropezar con una pared más alta que lo más alto que puede llegar tu brazo. Ese es el final del recorrido. No intentes seguir por los costados porque no los hay.

Más tarde vas a sentir que te tocan las rodillas, los codos, los tobillos, los hombros. No hagas nada, aunque sí te estará permitido hablar. Podés decir lo que quieras, siempre que no los nombres. Se enojan mucho si alguien los nombra.

Terminado el reconocimiento, te van a invitar a volver atrás. Por más tentador que resulte, tenés que rechazar la invitación. Van a insistir. Vas a seguir negándote. Por último habrá un suspiro, y no sabrás si es tuyo o de ellos. La pared se abrirá en dos.

A partir de entonces vas a estar solo.

Author: Eduardo Abel Gimenez

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