¿El futuro del libro?

Hoy la revista Ñ trae una sección dedicada al futuro del libro, en relación con Internet y la digitalización. En la Web sólo se puede leer un artículo de Andrés Hax (“Hacia una biblioteca universal. El futuro del libro”), que funciona más o menos como introducción. Hay otros tres, que por estar sólo en la edición impresa se irán desvaneciendo mucho antes que los problemas de que hablan.

Algo llamativo es que todos los artículos discuten un escrito de Kevin Kelly publicado en el New York Times en mayo de este año, pero en ningún momento dicen dónde leerlo. ¡Y es tan fácil de encontrar! Está acá: Scan this book!, por Kevin Kelly. El New York Times pide que uno se registre (gratis) para leer estas cosas, así que, convenientemente, el autor lo puso también en su sitio: Scan this book!, por Kevin Kelly (kk.org).

La visión de los artículos de Ñ es variada y un tanto confusa. Igual, vale la pena rescatar, del final de “El futuro del libro”, unas frases de Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, para quien la aparición de la pantalla (Internet, digitalización) es una ruptura mayor que la provocada por Gutenberg.

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Me parece que lo que vaya a pasar con “el libro” como objeto no depende de los teóricos, y ni siquiera de las editoriales o los autores tradicionales, o de las leyes de propiedad intelectual, o los políticos. Depende de todos los demás: quienes leemos libros. Y de la tecnología.

Hay que ver lo que ocurre con la música: mucho juicio, mucha acusación de piratería, pero los mp3 circulan alegremente, cada vez más, y si todavía se venden CDs es porque (a) muchas veces tienen atractivo como objetos en sí mismos, (b) la gente se los regala a los amigos y parientes, (c) falta un mercado de mp3 legal, accesible y a precios sensatos.

Y hay que ver lo que ocurre con el cine y el video: si los archivos no pesaran tanto, estarían exactamente en la situación de la música… lugar al que van a toda velocidad. Con el agravante (para las grandes empresas editoriales) de que les falta (a) y (b): ni tienen un soporte físico atractivo, ni llegó a hacerse tan común que se usen como regalo.

¿Por qué el libro está lejos de circular digitalmente en la misma medida que la música, el cine y el video? Algunas respuestas (obvias, apenas en la superficie del tema):

  • Es mucho más difícil escanear un libro que bajar un CD a mp3, convertir un DVD a un formato más liviano, o digitalizar un programa de televisión.
  • Mientras escuchar música o ver video en la compu es igual (o mejor) que en los aparatos tradicionales, no hay todavía equivalentes a tener un libro en la mano.
  • El libro, como objeto, tiene un valor agregado muy superior al del CD o el DVD (y hay libros que uno simplemente no se imagina, ni se quiere imaginar, reducidos a una pantalla).

Quienes leemos libros estaríamos tan felices de bajar el equivalente a un mp3 de cualquier novela como podemos estarlo de ver el último episodio de Lost antes de que se estrene en la televisión local, si fuera tan encantador de leer como el objeto de papel encerrado entre tapas de cartulina.

Y ojo que no está lejos: a mí me gusta más leer en pantalla porque me resulta más fácil vencer a la presbicia. Pero si quiero llevar la pantalla a la cama, al sofá o al baño, no tengo más remedio (por ahora) que usar mi Palm: una pantallita pequeñita, grisácea, con grandes píxels, que es más benigna para mis ojos que mucha letra chiquita que anda impresa por ahí, pero con la que es mucho más difícil establecer una relación afectiva.

Estoy entre los muchos que esperan el iPod del libro (comparación que no es mía, y se está viendo por lugares diversos). Lo que también me gustaría es que, en ese futuro próximo, las editoriales, los autores tradicionales, las leyes de propiedad intelectual, los políticos, colaboren con lo que de cualquier manera les va a pasar por encima.

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Ya había apagado la luz, pero me quedó la tentación de citar un párrafo del artículo de Kevin Kelly, que ilustra la absoluta violencia de la ruptura:

When millions of books have been scanned and their texts are made available in a single database, search technology will enable us to grab and read any book ever written. Ideally, in such a complete library we should also be able to read any article ever written in any newspaper, magazine or journal. And why stop there? The universal library should include a copy of every painting, photograph, film and piece of music produced by all artists, present and past. Still more, it should include all radio and television broadcasts. Commercials too. And how can we forget the Web? The grand library naturally needs a copy of the billions of dead Web pages no longer online and the tens of millions of blog posts now gone — the ephemeral literature of our time. In short, the entire works of humankind, from the beginning of recorded history, in all languages, available to all people, all the time.

¿Cuánto tiene que cambiar para que esto sea posible? Nada en el mundo físico, tecnológico, material. Mucho en el de los conceptos, las leyes, la comprensión que se tiene de estos mundos nuevos.

De las muchas preguntas que saltan de inmediato, quiero nombrar dos:

  • ¿Es necesario que exista eso que dice Kelly? Creo que sí, pero no importa si lo es o no, globalmente. ¿Acaso no hay usos maravillosos para una gran variedad de subconjuntos de esa biblioteca universal? ¿Y quién puede decidir qué aspecto de semejante recurso está de más, o nunca llegará a ser “necesario”?
  • ¿De qué van a vivir los escritores, los editores, etc., etc., cuando todo lo que producen sea gratis? Escribo así la pregunta sabiendo que esa formulación es tramposa. En el fondo, no hay manera de que todo sea gratis (aunque sea porque tenemos que pagarle a un proveedor de acceso a Internet, y porque los servidores y el ancho de banda cuestan plata que de algún lado tiene que salir). Pero en todo caso serán los escritores y los editores quienes descubran de qué vivir, como ocurre en cualquier otro mercado en el que las cosas cambian violentamente. Aunque seremos muchos los dispuestos a darles una mano: entre los recursos disponibles para obtener beneficios, están las sociedades de gestión colectiva (que permiten, como SADAIC, sacar dinero de algo de distribución gratuita como los programas de radio); la venta de espacios de publicidad; las ediciones en un soporte físico atractivo e insustituible; los subsidios estatales, las donaciones de empresas y ONGs en general; la oferta de servicios de bajada de archivos, soporte técnico, etc., a precios razonables. Y detrás de todo esto, el valor agregado de organizar la información, clasificarla, indexarla (¿de qué vive Google, si no?)…

(Apago la luz otra vez, sabiendo que el tema, así planteado, queda irremediablemente incompleto.)

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P.D. (chat con blogger amiga en el que las cosas se clarifican):

me: Me puse serio: escribí un post en la MW sobre el futuro del libro. Ahora la cuestión es que alguien lo lea…

Bater: al post o al libro??

*

P.D. 2: También en Ñ de hoy (aunque la traducción se ve dudosa, al menos gramaticalmente), otro aspecto del tema:

Así como en el S. XIX fue el trabajador la causa de las violentas revoluciones que le impusieron la revolución industrial y sus máquinas, en el S. XXI será el consumidor la causa de las revoluciones que le permitan las modernas tecnologías de la era postindustrial. Las tecnologías de la información y la comunicación abren las puertas a un “siglo del consumidor emancipado” que también dominará en el arte.

(…)

En la era de MySpace.com, Flickr.com, YouTube.com, en la que millones de personas intercambian a diario sus fotos, textos, videos y música, en la que millones encuentran en la red una plataforma para la comunicación y el arte, pasando por alto instancias tales como editoriales, museos, galerías, revistas, radios, canales de TV, Hollywood, que son las que tradicionalmente decidían sobre la producción y la distribución de obras, el amateur, cuyo nombre en griego era “idiota”, se convierte en experto.

(“El del siglo XXI será el arte del amateur”, por Peter Weibel, director del ZKM. El artículo no está en el sitio de Clarín, y no lo puedo encontrar en otra parte para poner en claro lo que parece decir.)

*

P.D. 3: Algunos de los libros que me acompañan…

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Author: Eduardo Abel Gimenez

0 thoughts on “¿El futuro del libro?

  1. “Me puse serio: escribí un post en la MW sobre el futuro del libro. Ahora la cuestión es que alguien lo lea…”

    Yo lo leí y me encantó. Bueno, che, es que conocí tu blog, justamente, a través de tu interlocutora. Y es un lujo.

    Es difícil predecir lo que va a pasar. Cada vez van a ser menos las cosas que salven al libro como soporte, según mi opinión (fácilmente rebatible, quizás). Todo indica que sólo terminarían salvándose por el hecho estético ¿no?

  2. Bien, vamos a pegarnos un reflexionaje (reflexión salvaje):
    Incendio de la Biblioteca de Alejandría = “se me cagó el disco rígido”?
    Digo por poner una comparación un poco a-lo-Manolito del asunto. Para mí la cuestión está en la preservación de la obra como tal. Para cada formato hay una modalidad de conservación. Y también hay otra modalidad de distribución, en función del formato.
    ¿Cuál de los dos formatos es más resistente al paso del tiempo?
    Otro tema a abordar son los cambios de plataforma: si estamos tratando de cuestiones de legado y transmisión, pensar nomás en la obra y no en la materia que la soporta, para mí será estar dejando de lado parte del tema.

    ¿Existirán los “restauradores de servers” así como existen los restauradores expertos en pintura?
    Con un incendio se puede perder poco o mucho. Por lo general, con una borrada de disco o la pérdida de un backup se puede perder absolutamente todo.

    Y nada, pero nada hará que el artista pierda el placer de realizar una obra. Ese placer será el que rescate los materiales con las que la realiza de ser olvidados también, ya que son parte de la obra.

    Una cosa siempre será el material escaneado, y otra la producción original. No velar por los originales “porque total ya hay una copia digital” es también en parte destruir al artista (además de una burrada completa, por supuesto).

    Cómo y de qué manera cambiará la forma de producción del arte y su distribución, solamente podemos arriesgar respuestas. Lo que siempre habrá son, en cualquier formato, originales y proceso creativo.

  3. Un plus!
    De repente estaba mirando algo en Youtube y se me ocurrió esto:
    Existe una diferencia económica marcada por la posibilidad de acceso a los formatos originales: el que puede, paga una entrada de cine y se ve una de Tim Burton. El que no, la ve por internet.
    Por supuesto que no es lo mismo.

  4. Prometo que es la última y no embromo más:
    El papel del papel (valga la redundancia) en el aprendizaje es fundamental. Quizás más adelante se reemplace todo por tabletas digitales -así empezaron los sumerios, con tablitas de arcilla-, pero eso de escribir, la letra, la escritura propia, hace al desarrollo también.

    Subrayar un texto, resaltarlo, anotarle cosas al margen, hacer llamadas a otras páginas… No me imagino estudiar sin otro formato que ese. Quizás porque siempre lo hice así, aunque para resumir ya lo hago en la máquina, porque mi escritura en el teclado es más veloz que a mano. Pero la primera aproximación al texto, el contacto con el papel, el escuchar a un docente con el libro en la mano y anotar cosas, me pregunto por qué otro sistema será reemplazado, si es que alguna vez eso se logra.

    De solo pensar que algo como la caligrafía se puede llegar a perder, me da escalofríos (a mí, a quien aún las cartas escritas a mano me parecen inigualables modos de expresión).

  5. Pat: Sos muy bienvenido por aquí. Gracias por el elogio. Y estoy bastante de acuerdo: en general, los libros se van a “salvar” por el hecho estético/artístico. Como todo lo que es arte y no es digital.

  6. Bater: la conservación de lo digital es un tema aparte, muy complejo. Comparte la dificultad tradicional de preservar un objeto (un libro, o el soporte de la versión digitalizada del libro), a lo que agrega una dificultad extra para interpretar el contenido (porque hace falta un aparato lector, porque los formatos cambian, etc.). Pero eso no nos detiene a la hora de usar versiones digitales de la música que nos gusta, las películas que nos gustan, o de guardar nuestra propia producción en formatos digitales.

    En particular, me parece que la solución para esto empieza con delegar el problema en otros. Cuando Google se ofrezca a guardar mis colecciones digitales (como lo hace ahora con mi email), me voy a quedar mucho más tranquilo en cuanto a su preservación que si las tengo en mi disco rígido. (Problemas de privacidad: otro tema, a tratar por separado.)

    Lo que está claro es que lo digital no puede reemplazar la versión original, “de carne y hueso”, de una obra de arte, o de cualquier otro producto cultural de origen no digital.

  7. “el que puede, paga una entrada de cine y se ve una de Tim Burton. El que no, la ve por internet.”

    Es curioso: no hace mucho, escuché a la pedagoga Edith Litwin decir que la educación presencial, con un maestro delante, es un lujo (en el sentido de caro, poco accesible, de elite) comparada con la educación “automatizada” vía tecnologías de la información.

    Por supuesto, ir al Museo del Prado a encontrarse con el Jardín de las Delicias o la obra de Goya nunca va a ser lo mismo que ir al website del Museo del Prado.

  8. “De solo pensar que algo como la caligrafía se puede llegar a perder, me da escalofríos”

    El otro día leí un artículo sobre “el fin de la escritura a mano”: The Handwriting Is on the Wall – Researchers See a Downside as Keyboards Replace Pens in Schools (Washington Post, vía Freedom to Tinker Dashlog)

    De todos modos, me parecen temas diferentes la pérdida de la escritura a mano y el abandono del papel como medio para escribir. Si se difundiera una metáfora para la interfase con la compu que consistiera en una especie de papel (tableta, lo que sea) sobre el que escribimos (trazamos, arrastramos, borramos), la escritura a mano tendría un resurgimiento.

  9. había leído ya interesada lo de Ñ cuando llegué acá…se decía que la TV iba a reemplazar al libro, se dice ahora de las pc…
    no voy a aportar nada nuevo, sólo coincidir con lo que ya se dijo más arriba desde una experiencia personal.
    Recuerdo una exposición con la obra de Miró que vino al Palais de Glace hace unos años…yo tenía en casa libros, reproducciones, sitios que visitar…pero ahí estaba ese papel que segun la guía bien podría haber sido el papel de los bizcochitos matinales, marrón y arrugado…y a partir de algunas manchas de aceite o grasa se desplegaba el universo Joan Miró…tuve que sentarme ahí, olvidar el grupo y la guía y quedarme ensimismada mirando ese papelito que me hablaba…definitivamente el arte no es reemplazable 🙂
    un abrazo

  10. Tema interesante si los hay, lindo debate. Desde mi postura de diseñador gráfico (comunicador visual es mas lindo jja) los libros son fascinantes, no solo por sus contenidos por supuesto, sino también por el objeto de diseño en si.
    Creo que el tener este objeto ahí en una biblioteca, verlo y palparlo nos da realmente la sensación de poseerlo, la virtualidad tiene ese sabrocito de lo efímero y por tanto en mi opinión, los libros tienen vida para un largo rato más, al menos mientras continúe nuestra existencia material jajaja (matrix? XD)

    El tema de la desaprición de la escritura manuscrita me parece mucho más lejano todavía, pensemos que es una herramienta indispensable de cada día, es más fácil e inmediato encontrar y utilizar el lapiz y papel que una pc o palm… y si alguna vez sucede algo similar, creo que la caligrafía sobrebibirá al menos, como una forma de arte.

    Ah no se si te lo dije ya, pero muy interesante tu blog 🙂

  11. Gracias por tu comentario, Senshi.

    Daría la impresión de que el arte va englobando de a poco la preservación de muchos objetos materiales, y no sólo del mundo de la cultura. Otro tema fascinante, en el que habría que pensar más…

  12. a mí me pasa algo extraño con el material digital: no lo leo porque sé que lo tengo ahí disponible.

    Bah, no es tan extraño, los libros que compro demoro más en leerlos que los que me prestan, los dejo como último recurso para cuando no tenga otra cosa…, el problema es que internet siempre me ofrece otra cosa.

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