Ochos


Cuando uno es adolescente hace cosas como experimentar con la letra manuscrita, cambiarla, buscar identidad hasta en la manera en que se escribe la letra E. O el número 8. No quedé exento de eso, como no quedé exento de tantas otras cosas.

El ocho, justamente, fue un punto clave. Me gustaban esos ochos técnicos que hacía alguna gente trazando dos círculos uno encima del otro, el de arriba un poco más chico. Así que hice esfuerzos por habituarme, por convertir esos ochos en mi manera natural de escribir. Era joven, y lo conseguí.

Ahora bien, esos ochos son una molestia. O se hacen con prolijidad, o no sirven para nada. Trazar dos círculos, cuando uno está apurado, se convierte en una tarea agobiante. Y peor cuando la escritura manuscrita se va atrofiando gracias al uso de teclados. En la imagen, los ochos de arriba son de esos, tal como me salen ahora. Me molesta sobre todo la tendencia a generar ese arco a la izquierda, como resultado de no levantar la birome al terminar el círculo de arriba. Con ese arco, la mitad inferior del ocho parece un seis.

Así que hace poco decidí dar marcha atrás. Basta de los ochos vanidosos. No es fácil: además de lograr el movimiento pendular, rítmico, envolvente, que requiere un ocho clásico, está la tarea prodigiosa de habituar al cerebro a que no vuelva atrás. En eso estoy. La mayoría de mis ochos, ahora, son como en la parte de abajo de la imagen, de una sola pieza.

Author: Eduardo Abel Gimenez

1 thought on “Ochos

  1. Me pasa algo parecido: mis ochos son del estilo “dos circulitos”, y son lentísimos. En general, cuando estoy escribiendo y toca pasar de una letra a la siguiente, noto que la punta del lápiz siempre suele terminar el trazo en el punto más engorroso posible – en la punta diametralmente opuesta, del lado izquierdo, cosas así.A esta altura, ya estoy resignado.

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