Categoría: Acertijos de otra vida

Este no es un crucigrama

7
Revista Humor & Juegos N° 27, diciembre de 1982, página 24

A este esquema de crucigrama le faltan las negritas. Son 20, ni una más, ni una menos. ¿Podés ponerlas? Tené en cuenta que cada número debe indicar el comienzo de al menos una palabra (en horizontal, en vertical, o las dos), y que no pueden quedar palabras sin número.

(Pronto, sí, pronto, la solución en los comentarios.)

Cortes mágicos

6
Revista Humor & Juegos N° 25, octubre de 1982, página 15

Hacele dos cortes rectos a la figura de arriba, de manera que con las piezas resultantes se pueda armar el cuadrado de abajo.

(La solución, pronto, en los comentarios.)

Dominó apretado

5
Revista Humor & Juegos N° 23, julio de 1982, página 37

Sobre un tablero de ocho por ocho (como el del ajedrez) conseguimos ubicar 21 piezas del dominó, de manera que se cumpla la regla clásica: solo se tocan por un lado casillas con el mismo número.

Quedan grandes zonas vacías. Yo llegué a poner 25 piezas. Dos lectores de la revista mandaron una solución con 26 piezas. ¿Podés llegar a tantas?

(La solución, pronto, en los comentarios.)

El Azulejista Loco

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Revista Humor & Juegos N° 20, marzo de 1982, página 18

—Tengo un problema —me dijo por teléfono Anderson Fripp, catador de agua mineral, doctor en hibernación, árbitro de ta-te-tí y escritor de ciencia ficción—. Vino el Azulejista Loco.

—¿El Azulejista Loco? —me asusté: conocía la fama de ese personaje—. ¿Y cómo se te ocurrió llamarlo?

—Me lo recomendó la Orden de los Caballeros Consagrados a la Decoración de la Nada. Dijeron que es el mejor Decorador de Nadas que existe.

Recordé que A. F. había ingresado poco antes en la Orden, y no me extrañó que le hablaran tan bien del Azulejista Loco, un miembro prominente de la congregación. De modo que fui corriendo a la casa de A. F., y lo encontré sentado frente a una pared completamente decorada con azulejos, pero de una manera que solo el Azulejista Loco podía haber imaginado.

—Mirá este lugar —me dijo A. F., señalando un grupo de azulejos cuyo dibujo reproducimos arriba—. Sé que el Azulejista Loco hizo este dibujo con azulejos todos iguales entre sí, cada uno de los cuales tenía una casilla negra, y solo una. Pero los puso tan juntos que es imposible distinguir cómo eran los azulejos, y cómo los ubicó para hacer el dibujo, a menos que uno lo descubra razonando.

No contesté, sabiendo que era mejor dar a los lectores una oportunidad de descubrirlo por su cuenta.

Ojo:

  • Los azulejos no son cuadrados.
  • Todos tienen la misma forma, pero son reversibles: pueden estar con cualquiera de los dos lados para arriba.
  • Están compuestos por casillas enteras. Es decir, los cortes entre azulejos pasan por las líneas del dibujo.
  • Dentro de cada azulejo, la casilla negra está siempre en la misma posición.

(En unos días agrego la solución en los comentarios.)

Damas suicidas

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Revista Humor & Juegos N° 19, febrero de 1082, página 29

Este es un juego de damas limitado a un tablero de 5×5. El negro ayuda al blanco a que le coma todas las piezas en la menor cantidad de movimientos que sea posible. El blanco, al final del juego, conserva todas sus piezas.

Las piezas mueven y comen igual que en las damas, pero cuando entran en dama (es decir, cuando llegan al extremo opuesto del tablero) se inmovilizan, quedan clavadas en la casilla a la que llegaron y no está permitido volver a tocarlas. El negro no se puede dejar soplar piezas. Cada vez que se pueda tomar una pieza de cualquier bando es obligatorio hacerlo.

Empieza jugando el blanco. ¿Cuántos movimientos necesita hacer para ganarle al negro? (Nosotros lo hicimos en ocho, ¿podrá alguien hacerlo en menos?)

(Voy a poner la solución en los comentarios, dentro de unos días.)

 

El Maestro Decorador de la Nada

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Revista Humor & Juegos N° 16, noviembre de 1981, página 21

Anderson Fripp, historiador aleatorio, curador de espanto, ingeniero en libertinaje y escritor de ciencia ficción, decidió una vez que el objeto de su vida era llegar a ser miembro de la Orden de los Caballeros Consagrados a la Decoración de la Nada.

(…)

—Mire estos números —dijo luego el M[aestro] D[ecorador].

Anderson Fripp le hizo caso, ya desesperado, y se encontró con lo que sigue [ver la foto].

—¿Qué es esto? —preguntó, mientras buscaba la puerta de salida.

—En un tiempo —contestó el M. D., acomodándose su Honroso Casco de Nada Importante—, aquí teníamos cuatro igualdades. Pero el Maligno Destructor de Nadas le hizo una transformación a cada uno de los números (la misma a todos), de modo que quedó esto. Usted tiene que deducir qué transformación fue, para restaurar las bellas igualdades. Le repito que tanto los números que están a la derecha de los signos como los que están a la izquierda han sufrido el mismo cambio, y que este cambio fue igual para los doce números.

—Me doy por vencido —dijo A. F, sin siquiera hacer un intento (cosa que nuestros lectores juzgarán indigna)—. No puedo resolver nada de esto.

El maestro Decorador dejó escapar una lágrima: la emoción que sentía era incontenible.

—Después de tanto tiempo —exclamó—, tantos sinsabores, tanta Nada Desperdiciada, usted me da una razón para seguir viviendo. ¡Hermano! —Y A. F. se vio sepultado por el abrazo más cariñoso que recibiera en su vida.

A partir de entonces, Anderson Fripp es miembro destacado de la Orden de los Caballeros Consagrados a la Decoración de la Nada, una sociedad que alberga a todos aquellos que son incapaces de resolver unos acertijos tan, pero tan sencillos como estos.

(Voy a poner la solución en los comentarios, dentro de unos días.)

Los libros de Anderson Fripp

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Revista Humor & Juegos N° 11, junio de 1981, página 71. Dibujo de Raúl Fortín

Una señora se acerca al vendedor de libros con una bolsa de feria en la mano.

—¿Tiene libros de Anderson Fripp? —pregunta.

—Sí —contesta el vendedor.

—Bueno, deme dos kilos.

El vendedor, habituado a rarezas de todo tipo (¿dijimos que su librería está en la avenida Corrientes?), saca de un estante ejemplares de los tres títulos de Anderson Fripp que tiene en existencia, a saber: “Ante el Numeromicón”, “Bajo el Numeromicón” y “Cerca del Numeromicón”. Busca detrás de una pila de papales, saca una balanza y los pesa uno tras otro.

Para sus sorpresa, “Ante el Numeromicón” pesa la mitad más que “Bajo el Numeromicón”, y este, a su vez, el doble que “Cerca del Numeromicón”. Luego de hacer varias cuentas, dice:

—Lo lamento, señora, pero entre los tres libros no llegan a pesar dos kilos. Para alcanzar ese peso tendría que agregar otro ejemplar de uno de ellos.

—Entonces —responde la señora— deme solamente un kilo.

—Cómo no —dice el librero, e inmediatamente prepara el paquete.

¿Cuánto pesa cada uno de los libros, y cuál (o cuáles) le vende a la señora?

(Este, así como está acá, fue el primer acertijo mío que salió en la revista Humor & Juegos. La solución estará en los comentarios dentro de algunos días.)