Etiqueta: MW+X

Undercover

[21/7/2003]

(La patente del día.)

Nota administrativa

[21/7/2003]

El servidor donde se aloja este weblog (probablemente en algún rincón bajo las escaleras, o en el sótano, o tras la escobilla del baño) estuvo andando mal y no se podía comentar (ni yo podía postear). Nuestras fuentes aseguran que a pesar de los rumores no se trata de un fenómeno de censura. Ni de cisura. Ni de locura. Ahora anda de vuelta.

Actualización del martes a las 7.30 de la mañana: hasta hace un minuto andaba mal otra vez. No sé qué pasa. Creo que movieron la Mágica Web del servidor que estaba en el baño de servicio al que tienen detrás de la cucha del perro de al lado, que por otra parte es un pichicho encantador, pero no saben cómo se enoja cuando no le dan de comer algunas sobras.

GNU

[20/7/2003]

Según Microsoft, la licencia GNU es vírica.

Según Susanne, la empresa Microsoft es bacteriana.

Diez días en la vida de una cartelera publicitaria

[19/7/2003]

8 de julio, 12.30

10 de julio, 12.30

11 de julio, 12.30

12 de julio, 12.30

13 de julio, 13.30

14 de julio, 12.30

15 de julio, 12.30

16 de julio, 12.30

17 de julio, 12.30

18 de julio, 12.30

¿Y maniana?

[18/7/2003]

Maniana con.

La patente del día

[18/7/2003]

La patente del día

[16/7/2003]

Pared

[16/7/2003]

Gato

[16/7/2003]

Gabriel dibujó un gato que parece hecho de guantes.

La verdad

[16/7/2003]

Es en esa línea del piso donde está la verdad, no en otra parte. Se equivocan quienes buscan junto a la pared, donde quedó el zapato, o al pie de la cama, donde cayeron los anteojos. Otros rastros son incluso posteriores, como la llave torcida en la puerta del placard, resultado del tropiezo de un enfermero, o el velador caído, que fue a parar al suelo cuando el mismo enfermero, tratando de no caerse del todo, acabó enganchando una pierna en el cable eléctrico. Y los hay anteriores, muy anteriores, como el vidrio rajado en la ventana, el fragmento de zócalo faltante, y el libro abierto, con el lomo hacia arriba, que apareció en el rincón, bajo la silla. También tratan de asociar al hecho la frase escrita con letra casi ilegible en la pared, sobre la cama, cerca del techo, aunque nadie haya podido explicarla. O la cucaracha muerta mucho tiempo atrás que apareció entre las sábanas. O la mancha de sangre fresca de la media izquierda, no asociada a ninguna herida. O el gato que salió corriendo de abajo de la cama cuando la policía echó abajo la puerta. Mucha lupa, mucho análisis, mucho informe escrito torpemente en una máquina de oficina gris con tubos fluorescentes, pero dejan de lado lo obvio, la línea entre estas dos baldosas, la que está floja y la que tiene una esquina partida. Ahí golpeó la cabeza.